sábado, 1 de diciembre de 2012

El déficit energético de España sigue siendo un lastre para el crecimiento económico.


Hoy conocemos que el déficit por cuenta corriente se redujo un 45% en los nueve primeros meses del año 2012, situandose en 16.509,1 millones de euros en los nueve primeros meses del año respecto a los 30.296,0 millones registrados en el mismo período 2011, informó hoy el Banco de España.

Esta disminución se debió principalmente a la reducción del déficit acumulado del saldo comercial entre enero y septiembre de 2012 se situó en 22.128,7 millones de euros, un 28% menos que los 30.998,0 millones del mismo periodo del año anterior, en el que las exportaciones aumentaron y las importaciones disminuyeron ligeramente (3,5% y -1,6% en tasa interanual, respectivamente).

Aunque se trata de una buena noticia para la economía española no lo es tanto que el el déficit energético se amplíe un 13,6% con respecto al mismo periodo del año anterior.



El elevado déficit energético, cercano al 4% del PIB, supone el principal obstáculo para el ajuste del déficit corriente. Reducir la factura energética es, por lo tanto, uno de los principales retos de nuestra economía. El aumento de la eficiencia y del autoabastecimiento energético son las principales vías que permitirán avanzar hacia dicho objetivo.

La costosa factura energética española responde, principalmente, a dos factores: el reducido autoabastecimiento energético español y el nivel de eficiencia energética de la economía. En referencia al primero, el gráfico anterior muestra que la producción energética en España solo cubría el 26,2% del total de energía consumida en el país en 2010. Esta proporción se encuentra lejos de la media de la Unión Europea, del 47,2% concretamente.


La menor dependencia europea se debe a varios motivos. En algunos países, viene explicada por la existencia de importantes yacimientos energéticos. Este es el caso de Países Bajos o el Reino Unido, cuyas fuentes principales de energía nacional fueron, en 2010, el gas natural y el petróleo, respectivamente. En otros países, por el contrario, las energías renovables (que engloban la hidráulica, solar, eólica, geotérmica y biocarburantes principalmente) y la energía nuclear copan el grueso de la producción energética nacional. Así, en Francia, el 41,2% de la energía consumida en ese mismo año provenía de sus centrales nucleares, mientras que en Austria, el intenso uso de fuentes renovables permitía abastecer el 24,8% del consumo energético interno. Por su lado, en Suecia, ambas fuentes de energía generaron el 63,0% del total de la energía consumida.

Por lo que respecta a España, la energía nuclear y las renovables generaron, respectivamente, el 47,0% y el 43,0% de la producción energética nacional. Los combustibles sólidos aportaron, por su lado, un 9% adicional. Sin duda, destaca el aumento del peso relativo de las energías renovables, que en 2010 ya producían el 11,4% del consumo total de energía frente el 5,4% registrado en 2002.
A pesar del buen comportamiento del sector renovable, el importante peso del petróleo y del gas natural en el total de consumo energético español mantiene elevada la dependencia energética del exterior. De hecho, las importaciones de ambos productos representaron alrededor del 70% del consumo energético a finales de 2010, una cifra 20 puntos porcentuales superior a la media europea.

Ello expone a la economía española a la intensa volatilidad del precio de los bienes energéticos. Un claro ejemplo fue la escalada del precio del petróleo a principios de 2008, que aumentó el déficit energético del primer trimestre de ese año hasta el 4,7% del PIB trimestral, 1,6 puntos porcentuales mayor que el registrado medio año atrás. Por otro lado, estas importaciones proceden de muy pocos países que presentan, además, una elevada inestabilidad política. Así, el 67,3% de las importaciones españolas de petróleo y el 79,1% de las de gas proceden de países de Oriente Medio o del Norte de África, lo que no hace pensar que esta vulnerabilidad pueda disminuir a medio plazo.


Reflexiones

A pesar de que en la balanza de servicios, el superávit acumulado durante los nueve primeros meses de 2012 ascendió a 30.301,9 millones de euros (26.847,1 millones en el mismo período de 2011), como resultado de la favorable evolución de los saldos tanto de turismo y viajes y, sobre todo, de los otros servicios, no se llega a compensar el déficit energético de nuestra economía.

De que sirve aplicar recortes, subir los impuestos y abaratar los despidos, nada de esto va a hacer que nuestra balanza comercial tenga superávit.

Solamente la inversión para conseguir una independencia energética y un incremento de la eficiencia energética de nuestro país puede traer un crecimiento económico sostenible a largo plazo.


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