viernes, 2 de noviembre de 2012

Salud y lámparas de bajo consumo.

En los últimos años estamos viviendo una verdadera revolución dentro del sector de la iluminación como nunca antes habíamos vivido. Se trata de la incursión en el mercado de todo lámparas de bajo consumo, leds últimamente y fluorescentes compactas principalmente.

La falta de información y normalización de una tecnología con un desarrollo vertiginoso, tanto en países productores como en países consumidores, puede ocasionar que utilicemos estas lámparas de un modo incorrecto o que adquiramos productos cuya calidad comprometa nuestra salud y la de nuestras familias.

  Al utilizar iluminación artificial, lo ideal es elegir las lámparas o bombillas más adecuadas teniendo en cuenta:
  • Cantidad de luz que emite.
  • Rendimiento y duración.
  • Rendimiento en color (sobre objetos).
  • Temperatura del color (apariencia de la luz que emite).
Todas estas propiedades afectan de manera directa o indirecta a nuestra salud, ya que una incorrecta iluminación de nuestro entorno puede afectar desde nuestra visión hasta nuestro estado de ánimo. 

Pero existe otra clase de aspectos relacionados con la iluminación, además de los mencionados anteriormente, que afectan de igual forma a nuestra salud y que no siempre tenemos presente a la hora de elegir una lámpara o bombilla:
  • Radiaciones ultravioletas (UV).
  • Toxicidad de los elementos que componen la lámpara
Hasta ahora con las lámparas incandescentes, solo era necesario elegir correctamente aquella lámpara que proporcionara la cantidad de luz adecuada, esto es debido a que el rendimiento, duración y propiedades de la luz emitida eran las mismas para todas las lámparas y en segundo lugar a que tato los componentes como el modo de generación de la luz de las lámparas incandescentes son inocuas para el ser humano.

Radiaciones ultravioletas (UV)

En cantidades pequeñas, las radiaciones ultravioleta son beneficiosas para la salud y desempeñan una función esencial en la producción de vitamina D. Sin embargo, la exposición excesiva a ellas se relaciona con diferentes tipos de cáncer cutáneoenvejecimiento acelerado de la piel, cataratas y otras enfermedades oculares. También se ha comprobado que estas radiaciones aminoran la eficacia del sistema inmunitario.

Las lámparas halógenas son una fuente de producción de rayos ultra violeta (UV), esto se debe tener en cuenta a la hora de alumbrar a seres vivos, aunque hoy en día prácticamente todo las halógenas de las principales firmas comerciales llevan un filtro para evitar este tipo de radiaciones, es recomendable no instalar las que no lleven este tipo de filtro, normalmente las principales firmas comerciales avisan de que sus lámparas no producen las radiaciones ultravioletas.

En cuanto a las lámparas leds existen 3 tipos en función de modo en que este tipo de lámparas generan la luz, RGB y Azul (son las que se utilizan principalmente para alumbrado interior y exterior) que no emiten luz ultravioleta y UV que si emiten luz ultravioleta, aunque como el resto de lámparas poseen filtros.

Materiales tóxicos.

En el mercado existen varios tipos de lámparas que contienen mercurio: lámparas fluorescentes, lámparas de vapor de mercurio a alta presión, lámparas de luz de mezcla, halogenuros metálicos y lámparas de sodio a alta presión. Todas las lámparas fluorescentes contienen mercurio elemental, y su contenido aproximado en un tubo de 120 cm es de 15 a 25 mg.

La exposición a concentraciones elevadas del mercurio puede provocar daños permanentes en el cerebro, los riñones y en los fetos en desarrollo. Las exposiciones de corta duración a vapores conteniendo concentraciones elevadas de mercurio metálico, así como exposiciones continuas por largos periodos a concentraciones menores, pueden dañar los pulmones, causa náusea, vómito o diarrea, elevar la presión sanguínea y causar irritación de la piel y de los ojos.

Cuando los tubos de lámparas fluorescentes se rompen, liberan de su interior vapores de mercurio mezclado con argón, altamente tóxicos que afectan peligrosamente a la salud humana y al ambiente; con la posibilidad de contaminación de los cuerpos de agua, superficial y subterránea (infiltración de lixiviados), del suelo, aire y seres vivos. Los elementos más frecuentes de contaminación de suelos provocados por la mala disposición final de los residuos de lámparas fluorescentes, son los metales como el mercurio, zinc, níquel, cadmio, plomo y manganeso.

Conclusión.

Independientemente del tipo de lámpara que utilicemos es de vital importancia que verifiquemos que tanto las lámparas como las luminarias y el equipo auxiliar cumplen con los estándares de seguridad y calidad, sin olvidar manipularlas y desecharlas de acuerdo con las indicaciones del fabricante.

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